Arquitectura y arte público

La vinculación entre la arquitectura, el urbanismo y las artes plásticas es una de las visiones utópicas de la modernidad del siglo xx que se verifican con mayor eficacia en el espacio urbano de la Ciudad de México.

La vinculación entre la arquitectura, el urbanismo y las artes plásticas es una de las visiones utópicas de la modernidad del siglo xx que se verifican con mayor eficacia en el espacio urbano de la Ciudad de México. Importantes proyectos de vivienda, educación, salud, cultura y entretenimiento fueron receptáculos de intervenciones —contenidas o monumentales— que exploraron la intención de integrar el arte a la vida cotidiana. Desafortunadamente de aquellos esfuerzos queda muy poco: la mayor parte de los trabajos realizados de forma colaborativa se han perdido entre el descuido, la ignorancia, la corrupción, la especulación inmobiliaria y finalmente, por efectos naturales.

El estudio de dichas obras resulta fundamental para la historia del arte y de la arquitectura en tanto que permiten cuestionar, analizar o interpretar sus objetivos estéticos y funcionales; identificar las correspondencias entre personalidades, ideas y preocupaciones, así como el papel determinante de promotores, programas e ideologías que propiciaron —o imposibilitaron— su desarrollo; y finalmente, analizar de qué manera fue configurada la categoría de arte público que todavía conserva un grado importante de vigencia.

En este ámbito, es necesario ampliar las investigaciones y complejizar las visiones monolíticas del muralismo, los “Tres Grandes”,  y la propaganda política como únicas posibilidades del arte público en México. Revisitar éstas narrativas exige incorporar los trabajos invisibilizados de arquitectas, pintoras, escultoras y diseñadoras; de extranjeros desplazados por las apologías nacionalistas heredadas de la tercera década del siglo XX; y a descentralizar la mirada para atender los esfuerzos realizados fuera de los principales núcleos urbanos del país.

Aún con el tono de urgencia de la invitación anterior, ésta no parece precisar la importancia de examinar tales proyectos y colaboraciones fuera de los espacios académicos y con otro propósito que no sea el de escribir —o reescribir— una faceta en la historia del México del siglo pasado. En cambio, la justificación podría identificarse a partir de una serie de discusiones en torno a la producción artística y urbano-arquitectónica contemporánea, su relación con las instituciones culturales y su función en la esfera pública.

La enseñanza e instrumentalización de la arquitectura del movimiento moderno articuló —con mucho mayor rigor en comparación con otras disciplinas—, una formulación binaria entre las categorías de lo “público” y lo “privado”: la potencia de esta segmentación del espacio, enunciada principalmente a partir de valores económicos y de propiedad, ha sido evidente en la imposibilidad de establecer límites definidos entre uno y otro. Por su parte, las fronteras entre lo público y lo privado en lo relativo a la producción artística distan de una definición simplificada asociada a los alcances del mercado, la propiedad, o la ubicación física de las obras. Las tensiones entre estas categorías han sido el origen de múltiples debates y posicionamientos que, hasta la actualidad, buscan superar tales antagonismos.

Por fortuna, la insuficiencia de esta dicotomía parece estar siendo atendida por una buena parte de los agentes que configuran el quehacer cultural. Aún cuando se podría afirmar con facilidad que el contexto político y social actual poco favorece el desarrollo de obras que expanden la noción de lo público, artistas, arquitectos, críticos e investigadores han impulsado proyectos, iniciativas y conversaciones que sobrepasan la valoración de la producción cultural como una limitada a representar los intereses y programas del régimen en turno —uno caracterizado no sólo por la austeridad presupuestal sino por su afinidad con la noción de arte como representación de ideales, narrativas e identidades cívicas—.

Cada vez más, las expresiones de lo público sitúan tanto a los individuos como a sus comunidades en el centro de sus preocupaciones. El espacio público es uno en el que convergen identidades y afiliaciones múltiples y diversas; un sitio accesible para grupos heterogéneos y cuya posesión está reservada para propósitos sociales justificados. La arquitectura y el arte público no lo son sencillamente en función de ser obras promovidas y realizadas por el estado con el propósito de subsanar carencias materiales o simbólicas, sino en su condición de representar formas activas de producción cultural sujetas a las intervenciones físicas y perceptuales conferidas a partir del habitar colectivo

El objetivo de éste espacio no es el de hacer un registro comprensivo de todas las expresiones antes expuestas, sino el de recopilar una serie de acontecimientos tanto históricos como contemporáneos, para aproximarnos a definir la forma y vigencia actual de lo público, al mismo tiempo que recuperar el interés por las posibilidades relacionales del arte con la arquitectura, sea a partir de la crítica, la investigación o la producción contemporánea.