Confesiones de un arquitecto pecador

Embodied Energy

Confesiones de un arquitecto pecador

Voy a confesar, aquí, públicamente, mi mayor pecado ambiental (hasta ahora).

Tengo que advertirte: sí sigues leyendo, ya sea por curiosidad, morbo o con mera intención informativa, tal vez te encuentres con que tú mismo, has cometido algunos pecados también.

Y justamente, es por eso que debes de seguir leyendo.

Había decidido independizarme y empezar a hacer trabajos por mi cuenta, como primer trabajo a una escala más grande, conseguí el proyecto de una terraza para unos conocidos; me encargaría enteramente del proyecto, pero también de la ejecución y construcción. Básicamente todas las decisiones recaerían en mí. Sin pensármelo mucho decidí seguir la moda y plantear una estructura con perfiles de acero para soportar un despiece de cristal de 9mm; les encantó y así continuamos el proyecto.

Hasta aquí no parece que se haya cometido ningún crimen, me imagino que muchos de ustedes incluso se sentirán identificados con esta historia, pero te prometo que, si me dejas explicar, entenderás porque para mí parece un pecado tan grande y quizás logre convencerte para que lo sea para ti también; es cuestión de unas matemáticas muy básicas.

Voy a centrarme únicamente en la estructura de acero, si contabilizamos el cristal y demás, esta historia sería aún más triste. Empecemos:

La estructura que diseñé en acero (verificada por un ingeniero profesional) tuvo un peso de 736 kg; para la fabricación de un kilogramo de acero se necesita, aproximadamente, 0.012 MWh (Megavatios hora), no te asustes, es solamente una manera de medir la energía. Una matemática simple nos dice que esta estructura utilizó 8.82 MWh para ser creada. Pero, ¿qué son 8.82 MWh?

Bueno, de entrada, es la energía que utilizaría un coche estándar para ir desde la Ciudad de México hasta Nueva York, 4.5 veces. Lo mismo que gastaría este mismo coche en darle la vuelta a la tierra, por la línea ecuatorial, 1.5 veces. 18,869 km. 1,572 litros de gasolina. ¿Lo empiezas a ver?

Ahora, pongámoslo peor; según el aviso emitido por la Secretaría del Medio Ambiente de México: este año nuestro sistema de energía genera 0.494 tCo2e/MWh, sí, casi 0.5 TONELADAS de CO2 por cada MWh que usamos (hay países con Sistemas Energéticos menos contaminantes, esto depende del porcentaje de energías renovables que utilicen). A partir de aquí la matemática se pone más sencilla, pero también más alarmante; sí multiplicamos los 8.82 MWh de energía por las 0.494 tCo2e/MWh, sabríamos que la fabricación de la estructura de acero emitió 4.35 toneladas de CO2.

Ya sé que suena muchísimo, pero números tan grandes son difíciles de entender si no se ponen en contexto, déjame ponerlo más claro:

La cantidad de CO2 que se emitió (o que directa o indirectamente emití) para la fabricación de la estructura simple de una terraza de 25m2 es el equivalente, a lo que un pino (ya en su edad madura) absorberá en 36 años… Si, ¡36 años! ¿Suena ahora como un pecado para ti también?

No he vivido siquiera 36 años y el impacto ambiental de esta decisión, ya me los estaba cobrando.  (y ojo que únicamente estoy hablando del consumo energético y, por ende, las emisiones de CO2, haría falta tomar en cuenta los residuos, pero eso lo dejamos para otro día).

Entonces… me hacía falta plantar un pino, que creciera lo suficiente para llegar a su edad madura y que luego pasarán 36 años para que yo pudiera cerrar el ciclo de ese material y yo no lo había siquiera pensado.

No me malentiendas; no tengo nada en contra del acero, de hecho, me parece un material necesario y de gran utilidad (nos lo podrá decir el Home Insurance Building de Chicago), lo único que digo es que tenemos opciones.

Mi pecado estuvo en tener todas las posibilidades de elegir y hacerlo sin preguntarme más; decidir por moda, por comodidad, por costumbre. Mi pecado estuvo en no tener ni una mínima idea de los costes de mis decisiones (ambientales, claro) no solamente por una cuestión de ignorancia, si no por la pereza o quizás la cobardía de no querer saber, porque una vez que sabes, no puedes volver atrás. La ignorancia es cómoda, es fácil, pero no deja de ser eso, ignorancia.

Creo que es válido elegir el mejor material para cada situación y requerimiento, lo que no es válido es hacerlo sin información suficiente, hacerlo sin la responsabilidad y conciencia, hacerlo con un ojo cerrado para no ver lo que no conviene.

Este artículo no tiene la intención de decirte que materiales debes o no utilizar, eso tendré que dejarlo a tu criterio, lo que busco aquí es abrir tus ojos, darte información suficiente para que no puedas volver a cerrarlos; si hice un desglose de mi proceso matemático, es para que tú también tengas los datos y metodología suficiente para replicarlo, para conocer la energía contenida en cada uno de los materiales que elijas y sobre todo en los impactos ambientales que estos tienen.

Con la crisis ambiental creciente en la que vivimos, no podemos darnos el lujo de decidir en ignorancia.

*Para la mejor comprensión de este artículo, homogenicé todas las unidades empleadas. En esta tabla la energía contenida de los materiales aparece en MJ/kg; para pasarlo a MWh/kg únicamente se requiere hacer la conversión de MJ a MWh. *1 MJ=0.000278 MWh
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Nota importantísima para el lector: un material con un embodied energy más bajo, no necesariamente es un material más adecuado en términos de sustentabilidad. La conversión que debemos de buscar aquí es: MJ/unidad funcional, es decir; cuál es el material que requiere menos energía en razón de una misma función (en este caso estructural, pero podría ser cualquier otra).

Fuentes:

Rodriguez, G. “El impacto de la enseñanza de la sostenibilidad en la arquitectura y el urbanismo”. Universidad Austral de Chile. 2006