Dibujo

Volviendo al dibujo. El dibujo como el ejercicio perfecto de soltura: de lo figurativo a lo abstracto. La línea como elemento primordial, como el origen del dibujo. La línea puede ser leída como contorno, borde o límite. La línea acaba por traducirse en el trazo de un muro, en un plano o en una carretera. La línea como origen del dibujo y por lo tanto de la arquitectura.
El dibujo, también, como ejercicio de reflexión, relajación, la mano hace lo que el ojo observa. Sin pensarlo mucho suelta trazos ligeros y animados, tratando de entender lo que el ojo está viendo, o dejándose hacer lo que sólo ella sabe.
Alcanzar la abstracción.
Buscar respuestas o caminos de uno mismo en el dibujo, en la práctica, no de ser mejor sino de ser uno mismo.
Uno no sólo dibuja lo que ve, sino lo que uno es. Ya sea copiando una naturaleza muerta, un desnudo o un paisaje, uno siempre acabará por retratarse. Ese es el sentido del arte, encontrarse en lo que se mira y en el cómo se mira. La mano lleva a cabo el acto físico, la acción, la traducción.
Dibujar es una actividad en la cual la búsqueda es una distinta a la de la escritura o la fotografía. Uno trata de explicar lo que las imágenes o las palabras no logran. La ingenuidad, el tono infantil, nuevamente la abstracción, son algunas de las cualidades que se encuentran al dibujar; la accesibilidad, la facilidad de tomar un lápiz o una crayola y ponerse a dibujar es algo que difícilmente vamos a encontrar en otra actividad.



