El espacio excluyente

La arquitectura es la materialización de las relaciones humanas. El vínculo intrínseco entre la arquitectura y las relaciones sociales se ve evidenciado en la manera en la que vivimos el espacio. Esta materialización comienza en la vivienda que es el núcleo

La arquitectura nació como una respuesta a la necesidad del ser humano de refugiarse y protegerse del entorno. A partir de su surgimiento se crea un nexo tangible entre el ser humano y el mundo que lo rodea. Es a través de este vínculo que comenzamos a transformar nuestro hábitat para construir un nuevo mundo dentro del mundo existente.

La arquitectura es la materialización de las relaciones humanas. El vínculo intrínseco entre la arquitectura y las relaciones sociales se ve evidenciado en la manera en la que vivimos el espacio. Esta materialización comienza en la vivienda que es el núcleo social de las personas y en donde comienza su relación con el entorno. Aún así, en ésta existen espacios inhóspitos como las zonas de servicio, y sobretodo los cuartos de servicio. Pareciera que estos espacios no son proyectados para ser habitables sino todo lo contrario. Como arquitectos tenemos la responsabilidad de diseñar un espacio digno para todos los usuarios de una vivienda. No debemos fomentar una discriminación social que se niega en nuestra sociedad pero se vuelve evidente en la presencia de espacios excluyentes en la arquitectura doméstica.

La arquitectura tal vez no pueda resolver por sí misma la crisis social en la que vivimos pero un arquitecto puede incentivar el ejercicio de una vida digna sin incidir de manera antagónica en la pirámide social. Creemos haber avanzado como sociedad pero hay ciertas prácticas que se manifiestan en una arquitectura segregada y exponen a nuestra sociedad tan dividida.

A través del espacio arquitectónico se puede regularizar el comportamiento de un grupo de individuos si al proyectar se parte de unas premisas y un orden enraizado en las relaciones sociales. La institucionalización del espacio se ha corrompido hasta incidir en las relaciones humanas. Antes de diseñar un espacio, éste se trata como si ya estuviera predeterminado, ya sea por el área disponible, la orientación o su función. Pero son nuestras relaciones sociales determinantes del espacio también o es el espacio el que determina cómo se llevará a cabo la interacción entre individuos. Las dos deben ir de la mano para crear espacios más humanizados.

Los espacios destinados al servicio, entre ellos los cuartos de servicio, son lugares inhóspitos, carentes de luz, ventilación y en algunos casos privacidad. Han sido diseñados de esta manera porque creemos que así son y deben de ser. Existen “espacios servidores” y “espacios servidos”. Cuando diseñamos, lo hacemos bajo distintos criterios o supuestos dependiendo si lo que estamos proyectando es una zona de servicio o no. El problema es que olvidamos que estos espacios cobran vida en el momento en el que el usuario los experimenta, y algunas veces no sólo somos usuarios sino habitantes. Supeditamos a los usuarios a las categorías de los espacios y resultan “usuarios servidos” y “usuarios servidores”.

Antes del siglo XVII cuando se introduce el pasillo en la vivienda, los espacios se conectaban uno a través de otro. Los planos arquitectónicos de esta tipología de distribución en la vivienda refleja como la proximidad y la cercanía con otras personas eran valores y principios en la vida diaria. El pasillo aparece en la vivienda como circulación para los sirvientes para que no irrumpieran en las actividades de la familia. Se trazó una línea que provocó una segregación espacial y por lo tanto social.

Algunas personas de la clase media alta se empeñan en creer que los trabajadores domésticos deben estar agradecidos por tener un lugar en donde vivir sin importar las condiciones en las que tenga que ser. Es un grupo discriminado y aunque se niegue se puede comprobar en el vocabulario despectivo que se utiliza cotidianamente para estigmatizarlos. Por lo general, no pueden hacer uso de los espacios reservados para la familia empleadora. Por ejemplo, no pueden utilizar el baño de la casa, ni el de visitas, compartir la mesa y en ciertas casas no pueden entrar y salir por la puerta principal sino por una de servicio. Es una realidad porque es algo tolerado por la sociedad. En la arquitectura se concreta la forma en la que la sociedad vive y se exhibe el tejido social.

“El problema del sitio o del emplazamiento se plantea para los hombres en términos de demografía; y este último problema del emplazamiento humano no plantea simplemente si habrá lugar suficiente para el hombre en el mundo – problema que es después de todo bastante importante-, sino también el problema de qué relaciones de proximidad, qué tipo de almacenamiento, de circulación, de identificación, de clasificación de elementos humanos deben ser tenidos en cuenta en tal o cual situación para llegar a tal o cual fin. Estamos en una época en que el espacio se nos da bajo la forma de relaciones de emplazamiento.”  (Foucault, 1967)

El espacio ha sido tratado como un producto que puede ser modificado, explotado y vendido. Hemos olvidado que en el espacio comienza nuestra relación con el mundo y mientras estas relaciones se van desarrollando también nuestra identidad. En el reconocimiento del otro se encuentra nuestra dignidad humana por lo que tenemos que reconocer que todos somos seres dignos con derecho a vivir en un espacio digno. El siglo XX en México fue una época de transformación y evolución de la vivienda con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las personas. Esta evolución no ha terminado y todavía nos queda mucho por resolver para que todos vivamos en una sociedad más justa. Fernanda Canales afirma que “la vivienda no sólo constituye el laboratorio del ámbito íntimo, sino la base de la conformación de las ciudades y de la relación de sus habitantes.” La vivienda es el núcleo del tejido social y a partir de ésta podemos crear espacios incluyentes que se puedan traducir en nuestra sociedad.

Bibliografía

Canales, Fernanda. “¿Nuestra Casa?” en Vivienda Colectiva En México. El Derecho a La Arquitectura, Gustavo Gili, 2017, 7–12.

Evans, Robins. “Figures, Doors and Passages.” En Translations from Drawing to Building and Other Essays, The MIT Press, 1997, 70–79.

Foucault, Michel. “Espacios Otros.” Praxis Libros, upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2099/425/P005p.pdf.

Ortiz Struck, Arturo. “Desde La Arquitectura, La Discriminación.” Nexos, Abril 2012, www.nexos.com.mx/?p=14759.