FORMA Y FUNCIÓN
Moteles y muebles pensados para tener sexo.
No existe edificio más honesto que un motel: desde su fachada, sus letreros y tipografía, sus luces y sus colores y su manera oculta de pasar desapercibidos de día para sólo lucir de noche.
Un motel, con su arquitectura, dice para lo que está hecho, evidencia su función, su programa y su tipología, no miente. Se asoma desde un puente con su letrero rojo, tintineante; su fachada morada y su nada sutil entrada vehicular. “BIENVENIDOS: PAQUETES DE 400$ LA NOCHE O 2X1”.
A diferencia del resto de edificios habla con claridad, una claridad que cae en el cinismo, pero es transparente, y eso se agradece. El motel no pretende ser algo que no es, y no sólo al exterior, en su vista más pública, también al interior, donde esa franqueza se intensifica, desde los muebles que se usan hasta los canales que hay en la televisión.
LOS MUEBLES
La forma sigue a la función, eso es un hecho. La estética la da el color, la forma y esa textura de plástico como de gimnasio. Objetos diseñados para tener sexo: camas que giran, columpios, sillas que también pasan por sillones. El nombre no importa, lo que importa es su función y la imaginación del usuario, que es estimulada por el diseño del mueble.
