La Fotografía, pensar en silencio

La Fotografía, pensar en silencio

El acercarte por primera vez a una disciplina nueva sin una técnica que te limite te da mucha libertad. Después de escribir por poco más de diez años, me aventé a tomar fotografías, quizá buscando un ejercicio más rápido que no me permitiera tanto pensar, que fuera, únicamente, un resumen de lo que veo y me llama la atención, principalmente en la ciudad.

Sin buscar un resultado estético significativo, he encontrado en la fotografía una manera muy práctica de apuntar, de acercarme a algo. Uno no entiende la escala de un edificio hasta que no lo mira desde abajo; uno no hace suyo algo hasta que no lo observa, lo dibuja o en este caso lo fotografía. Y es que la fotografía es una gran herramienta de apropiación, de idealización y de fantasía. Se vuelve una conversación invisible de ti con alguien más, solo que todavía no sabes con quién.

A diferencia de la escritura la fotografía es un acto silencioso; no fue sino hasta hace poco que tomé una cámara que me di cuenta de lo ruidoso que es la escritura, de lo caótico y también cansado que es esta conversación con uno mismo. Es por eso que denominé a la fotografía pensar en silencio. No hablas con nadie, por lo menos al momento de estarlo haciendo, te dedicas a observar, a caminar, a recorrer, a rodear las cosas, te tomas tu tiempo, no existe esa voz en tu cabeza que sí existe al momento de escribir, que te dice qué hacer, que no hacer, esa voz que puede hacer de la escritura un acto pesado y agotador. En cambio, en la fotografía, estás fuera de ti, te despegas, te separas y te permites descansar.

Escala y contexto, Jerónimo Andrade
Sin título, Jerónimo Andrade

Existe también mucha filosofía alrededor de un rollo, desde su limitado número de tomas, lo cual se vuelve fundamental para escoger qué fotografiar, hasta su incapacidad de mostrarte una toma al instante de ser tomada, lo cual reduce a la fotografía a lo que, para mí, es su mayor lección: sorpresa, accidente y aleatoriedad. El no poder mirar algo al terminarlo genera expectativas, genera ambigüedad, genera apego y desapego, genera paciencia. Muchas veces, una fotografía que ya tienes pensada, desde el ángulo hasta el objeto, no es lo que esperas, no es buena o simplemente no te gusta, a diferencia de muchas otras de las cuales no esperas nada, o incluso antes de tomar te muestras indeciso si vale o no la pena gastar una de esas 36 tomas a revelar. Y es justamente, al momento del revelado, que todas esas sorpresas se te van a presentar.

La escritura es una cosa, la fotografía es otra. Lo que se busca es distinto, por lo tanto, la manera de encontrarlo también. Una caótica, la otra silenciosa, al final, ambas son dos maneras de encontrar la soledad.

Sin título, Jerónimo Andrade
Sin título, Jerónimo Andrade
Sin título, Jerónimo Andrade
Todo espacio es publicitario, Jerónimo Andrade