La silla

Siguiente día.
El problema de la silla es que no la usamos para sentarnos. Más eficiente sería un banco o un sillón. Pasar más tiempo echados que con la espalda reclinada a noventa grados.
Sobre el banco, la silla y el sillón.
La silla es para uno, el sillón para dos, el banco para el mientras.
¿Qué pasaría si pasáramos más tiempo agachados, más cerca del suelo, que ningún mueble rebasara el metro y medio de altura para así ampliar la casa? Pienso, naturalmente (aunque sin conocer) en Japón y en la casa japonesa. ¿Qué tan cierto será eso que vemos en las fotos, el tapete y el suelo? Nuestra relación con el suelo, nuestra relación con el piso, no sólo las plantas de los pies lo tocan, también las nalgas, y así, el techo crece.
Nuestra relación con los objetos y los muebles y la manera en la que entendemos la arquitectura. La arquitectura es un almacén de todo esto y aparte da cabida al ser humano. Pero el protagonista es el objeto, el mueble, la cosa.
Escribir a manera de dibujo, sin pensar (mucho) lo que se está diciendo, ya después, a la hora de editar, se irá depurando, tirando y rescatando. Croquis a manera de escritura, sin darle mucha importancia o pensamiento, después se irán afinando los detalles. Divagues y pensamientos incompletos. Párrafos que van brincando de una idea a otra, unas se irán rescatando, otras desechando.
Imaginar detalles, construir piezas, dibujarlas o diseñarlas.
Un cuaderno en blanco o uno cuadriculado. Cambia todo. El límite y el vacío. La cota, la escala y la proporción.
En el liso el vacío presenta confusión, presenta libertad, presenta oposición. En cambio, las guías de una cuadrícula permiten que no te pierdas, que no te saltes de renglón, que escribas, no dibujes; además de que funcionan como una escala gráfica natural: el cuadrado de varios centímetros.
También cambia el color de la hoja. La hoja blancuzca, café, naranja o blanca, pálida, negra. Dibujar la luz para ver la sombra, dibujar la sombra para ver la luz.

El impresionismo siempre es buena referencia. Los dibujos y grabados de George Seurat. La oscuridad, como en Rembrandt, apenas deja algo que mostrar. Un muro y su sombra, lo que hay detrás. Una ranura sin cristal. Saber lo que hay que ver. Un escote, una manga. Un vestido bajo la apariencia de la luz o de la sombra, del color de la piel. La sensualidad en la arquitectura. La celosía. Un lunar en la piel o una mancha en la pared.
La arquitectura no se muestra como lo que tiene que ser, sino como lo que es y probablemente pueda llegar a ser.

Puede que la arquitectura no sea tan complicada, puede ser que exista una sola respuesta y que uno, por pasión, ocio, ansiedad o necedad, se enfoque en buscar respuestas a preguntas que no existen. Puede ser que la respuesta sea el iglú, el tipi o la cueva, pero, en fin, existe la ciudad.
