NOTAS

En donde la joyería se convierte en arte.

POR ALEXIS LEVY

28 DE JUNIO DE 2023.

FOTO: CORTESÍA DEL MUSEO JUMEX

Tengo que aceptar que nunca he sido muy fanática de la joyería. A excepción de los anillos que nunca me quito y un par de pulseras, nunca ha sido algo que he apreciado mucho. Vamos, es bonita, pero no sé, nunca me ha parecido nada muy especial. Así que cuando Lorenza me pidió que escribiera un artículo sobre la exposición de Cartier en el Museo Jumex no podría decir que estaba especialmente emocionada. Pero, después de visitar este espacio, conocer su proceso y la alta ingeniería de cada pieza exhibida mi perspectiva cambió completamente y quiero contarles por qué.

Una exposición nunca se trata únicamente de lo exhibido y eso lo saben muy bien Frida Escobedo, encargada de la museografía y Ana Elena Mallet, la curadora de la exposición. Estos espacios se diseñan con continuidad, para concederle al visitante una experiencia inmersiva. En la exposición de Cartier el solo entrar, te concede la sensación de que algo más está sucediendo, algo que todavía no comprendes. Antes de siquiera ver alguna pieza, ya te encuentras en una dimensión alterna en donde es imposible no preguntarse el cómo detrás de su creación. Mil paneles de concreto hechos a mano por Taller Tornel conforman las paredes que pretenden transportarte al origen de cualquier pieza de joyería, las minas. Estos lugares oscuros y de cantera, estrías horizontales y abultadas, de pliegues diferentes, irregulares y naturales. Lugares de donde se extraen las piedras preciosas, materia prima de las piezas que vienen a mostrarse después. Una única luz rasante guía tu camino, un laberinto con paredes que nunca son completamente verticales y que recuerdan a las geometrías típicas mexicanas; las pirámides, figuras inspiradas también en las fotografías y pinturas de la Pirámide de Tenayuca por Josef Albers.

La minería existe porque sabemos que algo muy valioso se esconde detrás de esas capas pétreas, dentro de su oficio, se pica una y otra vez buscando encontrar ese tesoro oculto y tan preciado. En esta exposición, como si pudiéramos adelantar ese proceso, se abren vanos en la piedra, ventanas que nos permiten ver las piezas que se encuentran detrás. Y aquí es donde aparece el otro arte, el arte de la joyería. 

La colección está conformada por más de 160 piezas originales, algunas propias de Cartier y otras muchas de coleccionistas y clientes particulares, recolectadas por lugares de todo el mundo para unir en este archivo de ocasión única. En el centro del espacio y como mesas de trabajo se presentan también, los dibujos originales, cuna de las piezas y parte fundamental de su proceso creativo. La horizontalidad de las ilustraciones se materializa en la disposición vertical de las piezas, separadas con un cristal diseñado para que el visitante se refleje como portador de algunas de ellas. La joyería de Cartier es mucho más que un accesorio que se porta en el cuello o las muñecas, son piezas escultóricas diseñadas para ensamblarse de distintas maneras, creadas con un alto nivel de ingeniería que logra que se muevan, cambien según la percepción y con eso tomen vida. 

El orden de las piezas parece conducirnos por la historia de Cartier, pero en realidad es un reflejo de la historia del arte y la cultura. Pretende transportarnos a otras épocas, para así, acceder a un patrimonio histórico universal. Este camino comienza en 1847 cuando Louis Cartier fundador y mente creativa detras de la Maison hereda el taller de su mentor y por medio de interpretaciones y diseños audaces establece las bases de una ruta innovadora que sigue presente. En 1912 una de esas rutas conduce a Cartier a reinterpretar la medición del tiempo como un mecanismo de diseño y belleza. Esto inspiró, con la ayuda del relojero Maurice Coüet, a diseñar los “relojes misteriosos”, famosos por tener manecillas “flotantes” y simular la magia del mismísimo Houdini. Una de las historias que más disfruté escuchar fue la del “reloj Santos”, el primer reloj de correa (se le llamaba así para diferenciarlo de los relojes de pulsera de connotación femenina que ya se utilizaban desde 1810). Este reloj de muñeca (como le llamaríamos hoy sin connotación a ningún género) fue diseñado en 1904 por Cartier para su gran amigo, Alberto Santos-Dumont, pionero de la aviación, como solución a la dificultad de éste para consultar su reloj de bolsillo mientras se encontraba en el aire. Si les interesa la historia detrás de los hoy-tan-comunes relojes de muñeca, aquí les dejo un artículo más completo

En este mismo recorrido aparecen también mujeres relevantes como Jean Toussaint, la primera mujer directora creativa de Cartier, que desde su nombramiento en 1933, imprimió su mítico espíritu apostando por figuras florales, de animales y específicamente la representación de felinos como la famosa Pantera diseñada para la duquesa de Windsor en 1948. Esta figura sirvió como base para la colección "Panthère de Cartier" que convirtió representaciones felinas tridimensionales en broches, brazaletes y accesorios y le concedió a Jean Toussaint el título de “mujer pantera”. 

Al final de la exposición y como simbiosis entre Cartier y México aparece la icónica Maria Felix, una de las actrices más destacadas del cine de oro mexicano. Su amor por las joyas la llevó a adquirir piezas emblemáticas como broches y brazaletes de panteras, piezas de coral y una serie de representaciones de reptiles. Dentro de ellas, una de las más famosas, la pareja de cocodrilos que es orquestada de tal forma que simula el movimiento de estos animales y se expone en su versión más viva como si ascendieran a una gran pirámide. La última pieza de la exposición y personalmente mi favorita es la Serpiente, el collar de Maria Felix que se exhibe en una postura monumental que permite apreciar el engranaje de todos los detalles que la conforman. Les invito a observar las escamas de colores en la parte inferior (les dejo la foto) que simulan de forma elegante y bellísima la propia textura de una serpiente real. 

Sin ofender a Louis Cartier, el genio detrás de este legado y en mi propia interpretación, Jean Toussaint y Maria Felix se reflejan en las dos mujeres encargadas de la exposición: Frida Escobedo y Ana Elena Mallet, les comparto su entrevista sobre la exposición. Como las verdaderas figuras estelares, en mi mente, las cuatro trabajan juntas y atemporalmente para brindarnos un espacio vivo que une el pasado y el presente y enaltece la figura de las mujeres en su papel de creadoras, innovadoras, portadoras, fuertes, creativas, imponentes y peanas vivas de obras de arte, modelos de Cartier y lienzos en donde la joyería se convierte en arte. 

Por último, les dejo un tip: No dejes de darte una vuelta por el Museo Jumex, diseñado por David Chipperfield. Es su primera obra en Latinoamérica y además tiene una de las sedes más bonitas del ENO, aquí un artículo sobre este emblemático café

CARTIER: UN LEGADO VIVO